jueves, septiembre 28, 2006
Una tarde de agosto
La memoria podría engañarme, pero la evidencia es clara y contundente, fue amor a primera vista lo que me sucedió aquella tarde de agosto, cuando basto verte una vez a los ojos, para deslumbrarme con el claro color de tu iris y a partir de ese preciso instante no tuve mas afán que persuadir a la inocente niña que habita en tus ojos de encarnar mis sueños.
El deseo se transformo en perturbación, la perturbación se convirtió en obsesión, hasta que te rindiste al asedio que puse a tu corazón.
Hoy celebro haber podido convencerte de amarme, que tu me convenciste sin quererlo tan solo con mirarme.
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